La poda sináptica: un proceso clave en la primera infancia
- Eduardo Santos
- hace 10 minutos
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Durante los primeros años de vida, el cerebro humano experimenta un crecimiento extraordinario. Entre los dos y tres años, alcanza su mayor densidad de conexiones neuronales —más que en cualquier otra etapa de la vida—. Este fenómeno, conocido como poda sináptica, corresponde a un proceso natural mediante el cual el cerebro elimina las conexiones poco utilizadas y fortalece aquellas que se activan con frecuencia (Huttenlocher & Dabholkar, 1997).
Lejos de representar una pérdida, la poda sináptica es una estrategia de eficiencia cerebral. El cerebro selecciona y consolida los circuitos que resultan más útiles según las experiencias cotidianas del niño. Por eso, los entornos seguros, ricos y estimulantes son fundamentales: lo que se practica, se conserva; lo que no se usa, se debilita.
Durante este proceso, el cerebro infantil puede compararse con un jardín en plena floración: miles de sinapsis brotan, pero solo las que reciben “luz y cuidado” —en forma de experiencias significativas— logran fortalecerse. Este equilibrio entre crecimiento y depuración permite que las redes neuronales se organicen de manera más eficiente, mejorando la comunicación entre distintas áreas cerebrales (Thompson et al., 2020).
Aunque existen otras etapas de poda neuronal —como la que ocurre en la preadolescencia—, la primera gran poda, alrededor de los tres años, sienta las bases del desarrollo de las funciones ejecutivas: atención, memoria de trabajo, autorregulación y planificación (Best, Miller & Naglieri, 2011). Estas habilidades son el cimiento del aprendizaje, la
El poder de las experiencias multisensoriales
Cada experiencia que involucra los cinco sentidos —tocar, oler, escuchar, mirar y saborear— activa múltiples redes neuronales y crea rutas de comunicación más complejas y duraderas. Las experiencias multisensoriales no solo enriquecen la percepción sensorial, sino que también fortalecen la coordinación entre cuerpo y pensamiento, impulsando un desarrollo integral (Thompson et al., 2020).
Juegos con texturas, sonidos, naturaleza o movimiento libre permiten al niño integrar áreas sensoriales y cognitivas, conectando su sistema motor, emocional y cognitivo. Estas vivencias actúan como un amortiguador natural de la poda sináptica, reforzando conexiones que sustentan el aprendizaje, la curiosidad y la adaptación.
Cuando un niño pinta con las manos, huele la témpera, observa los colores mezclarse y escucha el roce del pincel, su cerebro integra información simultáneamente desde áreas visuales, táctiles, motoras y emocionales (Huttenlocher & Dabholkar, 1997). Cuantos más sentidos participan en la exploración, más sólidas se vuelven las conexiones neuronales, potenciando las funciones ejecutivas y la creatividad (Best et al., 2011).
Jugar para fortalecer el cerebro
En DuduPlay creemos que el juego con sentido es la vía más efectiva para acompañar este proceso natural del cerebro. Diseñar actividades donde los niños puedan experimentar, explorar y decidir libremente fortalece las funciones ejecutivas y promueve una mente flexible, curiosa y creativa.
El juego libre, guiado y multisensorial no solo entretiene: construye estructura cerebral. Cada desafío resuelto, cada secuencia recordada y cada movimiento coordinado en grupo es un ejercicio cognitivo complejo que mejora la autorregulación emocional, la atención sostenida y la capacidad de resolver problemas (Best et al., 2011).
Por eso, más que ofrecer estímulos aislados, proponemos entornos de juego integrales, donde el cuerpo, los sentidos y la emoción trabajen en conjunto. Cada risa, descubrimiento y movimiento fortalece las rutas neuronales que sostendrán el aprendizaje futuro.
Un cerebro que juega, explora y siente es un cerebro que construye aprendizajes sólidos para toda la vida.
Bibliografía
Best, J. R., Miller, P. H., & Naglieri, J. A. (2011). A developmental perspective on executive function. Child Development, 82(6), 1641–1660. https://doi.org/10.1111/j.1467-8624.2011.01687.x
Huttenlocher, P. R., & Dabholkar, A. S. (1997). Regional differences in synaptogenesis in human cerebral cortex. Journal of Comparative Neurology, https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/(SICI)1096-9861(19971020)387:2%3C167::AID-CNE1%3E3.0.CO;2-Z
Thompson, A., Steinbeis, N., & Fairchild, G. (2020). Sensitive periods in executive function development: Insights from neuroscience and education. Developmental Cognitive Neuroscience, 45, 100857. https://doi.org/10.1016/j.dcn.2020.100857




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